jueves, 20 de agosto de 2009

¡¡¡¡¡Algunas reflexiones sobre MEDIEVAL!!!!!!!!!



http://www.buenosairesherald.com/PrintedEdition/View/7839

http://www.creativossincabeza.com.ar/artesyespectaculos/medieval_gonzalo_marull.html

http://desmenuzartemejor.blogspot.com/2009/08/medieval.html

http://criticunder.blogspot.com/2009/08/medieval-creatividad-al-servicio-del.html

Gracias Juan Carlos Fontana, Charly Borja, Rubén Sacchi, David Passacg

¡BUENA ONDA MEDIEVAL!

viernes, 7 de agosto de 2009

SEGUIMOS TODOS LOS VIERNES 23:59

ESPACIO TEATRAL EL KAFKA. LAMBARÉ 866.

¡LOS ESPERAMOS!


BUENA ONDA MEDIEVAL

viernes, 10 de julio de 2009

SOBRE EL ESPECTÁCULO (3)


Para esta señora si, para esa otra no. Para este caballero si, para el otro no. Sutilmente discriminador. Así es el arte del teatro.
Howard Barker. Death, the One and the Art of Theatre.

Encuentro en Gonzalo Marull a un dramaturgo alineado, por decirlo de alguna manera, en un teatro político. Pero lo político de su teatro tiene que ver con la polis, con la cosa pública, sociedad o pueblo. En Medieval construye un universo allí donde sólo podría esperarse una ficción momentánea. Lo interesante, realmente, es que este universo sólo puede desplegarse ante los ojos de un espectador activo; a un espectador dispuesto sin ambages a completar con su poesía personal la metáfora de la obra que se le devela. Felizmente una obra que dispara a la sensibilidad y a la inteligencia, dos atributos que se mantienen agazapados o ausentes ante tanta idiotez cotidiana.
Un turista griego coincide con una delegada de un gremio aeronáutico en el intento de alojarse en un hostel que evoca al Medioevo atendido por una recepcionista ataviada como una princesa , atrapada por la pasión furiosa y esquiva de Klaus Kinski , quien pareciera estar viviendo un secreto exilio para rememorar glorias pasadas. El encuentro es un estallido de sentidos que, disparados a quemarropa, acarician al mismo tiempo que lastiman.
En este choque de mundos personales se amplifica la realidad individual en la confrontación con las expectativas del otro.
En la belleza indudable de la princesa recepcionista (Florencia Bergallo) se aloja la transa berreta de aparentar lo que no es, ignora las reservas realizadas por los clientes, pero las puede arreglar con una “cometita” y hasta alojarlos a dormir con ella trátese de un caballero griego o de una azafata gremialista. La tensión con que maneja su delicadeza impostada desnuda la fuerza con que esconde la verdad de sus orígenes, custodiando la calma y las locuras de un caballero extranjero de quien ella, seguramente, no sabe nada. Claro, tapa el micrófono cada vez que va a decir algo que podría no ser correcto. No sé por que me conectó con Argentina.
Un caballero griego (Nahuel Cano) motivado por la fama de las mujeres argentinas se quiere voltear a toda mujer que se le cruce, dedicando sus orgasmos con la cuidada ritualidad de una figura antigua, de esas que aparecen en los museos. Claro no sabe nada de histeria femenina. Me recordó ese axioma que ha hecho famosas a nuestras mujeres a los ojos extranjeros, provocan, pero se escapan. Su deseo sexual apenas se satisface en una apurada eyaculación.
Una gremialista de la aeronavegación (Lola Lagos ) maneja por teléfono el conflicto del sector con la fortaleza y la decisión de un macho argentino. Claro, “mirame y no me toqués”, lo grave de no hacer bien las cosas es que “me cagás a mi”, pero las pastillas son un tranquilizante que a todo lo hace soportable.
Entre las sombras Klaus Kinski (Victoria Roland) ensaya su show. Rememorando la ira de Aguirre y la experiencia de ese actor en medio de la selva peruana, es probable que ni en alemán comprenda que ha sido el testimonio artísticamente más serio de una conquista que no es un cuentito de hadas. Queda la duda, en su rapto de pasión por la recepcionista, si se trata de Klaus o de Aguirre enamorado de su bella hija.
Estos seres deambulan por el hostel en la esterilidad de una vida que no sucede. Soledad por los cuatro costados, neurosis cotidiana en la exasperación del desencuentro. La cultura helénica y la impertinencia del cuarteto pretenden dialogar a través de seres que han perdido sus raíces; la fascinación de la conquista se encuentra con la lucha popular sin que ninguna sepa nada de la otra. En el fondo, la amargura de lo imposible.
Tres actrices y un actor llevan adelante la obra con una solvencia y poesía personal que vemos con poca frecuencia, máxime en un medio como Córdoba donde bajo el nombre de dramaturgia del actor, nos estamos habituando a ver a los actores haciendo lo que les pinta. Con un trabajado manejo corporal y un cuidadoso trabajo del texto fluyen climas, tensiones, misterios y revelaciones, alimentando una historia en la que se ve por ausencia el sinsentido de la construcción humana. Seres a la deriva, sin más.
Atiborrado de una religiosidad alienante, el hombre de la Edad Media hacía de su vida un tránsito por un mundo gobernado por leyes celestiales. Convencido de vivir en un mundo inmutable ese hombre se limitaba a cumplir en la tierra el mandato del cielo sin plantearse la menor de las dudas. El hombre de hoy parece entregado a llegar al final habiendo satisfecho las leyes del mercado, entregado sin dudas a las delicias del consumo indiscriminado. ¿Será una forma de ser nuevamente MEDIEVAL?
Ricardo Bertone. Córdoba julio de 2009

SOBRE EL ESPECTÁCULO (2)

Medieval, una nueva manera de ver y disfrutar el teatro
El jueves 2 de julio asistimos al estreno de "Medieval" de Gonzalo Marull, una innovadora e impecable puesta que instala, sin duda, una nueva forma de ver y disfrutar el teatro.
Un estilo singular que va más allá de cualquier interpretación convencional, por lo cual hablar sobre "el argumento" resulta irrelevante.
Se trata de un texto rico e inteligente, sostenido magistralmente por sus cuatro actores. Una serie de microrelatos que se disfrutan a cada instante y es justamente eso lo que la hace original e irrepetible.
Si parafraseamos a Peter Brook, quien sostiene que el teatro es "el aquí y el ahora" esta obra toma la verdadera y más pura proporción del género en este sentido, ya que no interesa que va a pasar después o hacia dónde va el relato, sino que obliga a los espectadores a abandonar la racionalización excesiva a la que estamos acostumbrados y nos sumerge en el asombro infantil e instantáneo de una caja de sorpresas desopilantes que se suceden sin tregua a lo largo de la obra.
Creo, sin exagerar, que estamos frente a un género nuevo que excede cualquier rótulo y que nos obliga como público a "ver" con nuevos códigos, que nos exige otra forma de comprensión o de decodificación, en la que cada espectador adquiere la dimensión única e irremplazable de involucrarse con su imaginación.
Podriamos decir entonces que estamos frente a un teatro provocativo, pero no desde lo vulgar, ni desde lo demasiado explícito, morboso o patético, sino desde una provocación respetuosa, en la que se nos genera un cortocircuito de sentidos donde cada uno es libre de asociar, disaciociar, armar, desarmar, disfrutar, desazonarse, reir o no, pero nunca quedar indiferente.
Silvia Pradales para Cadena 3.com

SOBRE EL ESPECTÁCULO (1)

“Córdoba, la ira de Dios
La obra parece ir hacia un lado y va hacia otro: parece irse muy al demonio (es un decir) en su delirio, pero en realidad está preparando una explosión de sentidos y está hablando de lugares comunes, de los estereotipos y de las necesidades impuestas por esas formas. La recepcionista esclava del tirano Kinski, el griego libidinoso que llega con su carga de falso exotismo, la azafata peronista en pleno conflicto gremial: los tres están al borde del abismo existencial que hay a centímetros de cualquier exageración. Y sin entender mucho qué demonios (es un decir) pasa en ese hostel, dan cuenta de una ciudad en la que claramente prima la locura, y, para colmo, la parte más violenta de la locura. Kinski (Victoria Roland, alucinante) recrea escenas de la película de Werner Herzog Aguirre, la ira de Dios y aquella epopeya brutal por el Amazonas, aquella lucha del hombre –en el sentido más europeo del término– contra la naturaleza, parece resignificarse en una lucha desigual del hombre contra Córdoba y, luego, del hombre –en el sentido más cordobés del término– contra las formas comunes de la relación con el otro, las formas desesperadas de la soledad y la fugacidad que esconde todo turismo. Y entonces llega Kinski, excesivo, apabullante y alemán. ¿Dónde estamos? Empiezan a llover monos, el hombre cree que vence a la ira de dios pero se ha transformado en su instrumento perfecto. Acaso Kinski crea que ha vencido a Córdoba, pero cierto carácter ridículo de su seguridad avasallante queda demasiado expuesto cuando la recepcionista (Flor Bergallo, alucinante) le grita "¡Aguirrrrre!" y extiende las erres. Resulta imposible (im-po-si-ble) dejar de reírnos, de agarrarnos de la cabeza, a pesar de que la sucesión de escenas de apariencia absurda nos pone frente a la parte más difícil de vencer de nuestra propia naturaleza. El final es deslumbrante pero devastador. El final nos dice dónde estamos. Y estamos en Córdoba, donde la ira de Dios tiene, ya lo sabemos, instrumentos perfectos.”
Emanuel Rodríguez para La voz del Interior.

SOBRE EL TEXTO

He leído la obra de un tirón como cada vez que leo un texto de teatro. Me pareció impresionante. Creo que es un texto muy bueno. Mientras leía algunos pasajes pensaba que es una fotografía notable de lo que es la Argentina de hoy en día. Y la mayoría de nuestros países. Creo que es un texto que habla muy inteligentemente del asunto de los paradigmas (los íconos, las estrellas, los prototipos, los superhéroes, los modelos, los tipos, los patrones) en nuestras sociedades latinoamericanas víctimas del etnocentrismo ‘americano-europeo’ dominante. La pieza pregunta de forma sutil: ¿cuál es nuestro paradigma? ¿Lo griego que se limita a un friso? ¿Lo latino que encuentra su orgasmo narcisista en el curriculum? ¿Lo medieval que fundó los principios de cortesía y galantería que nuestra sociedad de consumo destruye cada día más? ¿Lo español que nos conquistó con la cólera de los tantos Aguirres? ¿Lo británico en la insistencia hueca de Shakespeare? ¿Lo germano carnavalizado en la histeria del cine? ¿Lo americano enseñando a hablar estupideces para poder realizar ecoturismo aventura en países que se mueren de hambre? ¿Lo criollo presente en la ridiculización del dialecto o en la salsa que nunca se baila? Creo que todo eso es lo que pregunta el texto. Al menos lo que me pregunta a mí. Pienso que es un alarido que nos dice: ¿cuál es nuestro paradigma? Y lo más inteligente es que no da ninguna respuesta. Es solo una foto. Una foto realizada con la precisión, rapidez y fidelidad de las nuevas cámaras digitales. Es como una toma de temperatura aguda y brillante de nuestra confusión latina: y en particular de nuestra confusión lingüística... Porque en el fondo, el asunto de la lengua atraviesa toda la obra desde el principio hasta el fin: ninguno habla la lengua del otro: ninguno es capaz de comprender al otro: todos se rasgan lingüísticamente como si fueran fieras encerradas en las jaulas del habla. Y ese hoStel es el espacio de nuestros países con precios que suben y bajan... Es un texto muy bien escrito y los textos bien escritos generan confusión. Los que no generan ninguna confusión son los textos mal escritos. Es un texto muy bueno. Tuve mucho placer al leerlo.
Sergio Blanco. Dramaturgo Franco-uruguayo

lunes, 6 de julio de 2009